miércoles, 7 de noviembre de 2007

sueños

En mi primer sueño con mi perro (muerto), yo estaba acostada en mi cama, triste porque ya no estaba y el aparecía de la nada, movía la cola, yo lo hacía subir a mi cama y dormíamos juntos la siesta, como en los viejos tiempos. Esa misma noche soñé dos sueños en los que yo contaba ese mismo sueño.
Otra noche volvía a soñar con él. Otra vez él aparecía, pero era secreto, yo no se lo contaba a nadie, porque era -miedo- mi perro que volvía de la muerte a saludarme y pedir mimos o comida, como siempre. En el sueño tenía, lógico, un poco de miedo. Nunca me gustaron los muertos. Unas noches después tuve un sueño parecido.
Anoche, después de un episodio fatídico de vértigo, nauseas, vómito e inyección de Reliverán en la cola, soñé que entraba en mi cuarto y lo veía hecho un bollo del lado de la almohada, me acercaba y me gruñía -siempre fue un perro gruñón- pero esta vez me enojaba y le decía que ahora sí, basta, que se quedara donde estaba, que no quería verlo más.
Miedo

2 comentarios:

r dijo...

Che, pobre perro, despues de todo estaba durmiendo
(¿Ya esta mejor, Angeles?)

mosquita muerta dijo...

entendí mal, pensaba que el perro era de luz
un abrazo virtual