el poder de la mente o anoche la pasé genial

Cuando salí con mis amigas Jose y Laura les dije: Hoy me siento tan diosa que si yo fuera un pibe que no me conociera me invitaría a tomar una cerveza.

Posta. No sé si era mi pollera o el pelo que lo tenía re limpio y brillante o sencillamente el buen humor, pero ayer anduve por la calle creyéndome la Venus de Milo y les digo una cosa, es lo más. En el Salón tocó una banda de mierda pero bailé como una frenética. Me encanta sentirme una groupie. La última vez que lo hicimos terminamos Jose, Luz y yo en el escenario bailando con la banda que tocaba ska. Ayer no tuvimos tanta suerte. En realidad el problema es que la banda era una mierda, nos aburrimos rápido y el público estaba medio muerto, pero bailamos como si fuera lo último que teníamos por hacer en el mundo y como si esta banda fuera la última banda viviente del universo. Yo todavía me sentía una diosa. Había visto a un chico que me había gustado y eso me hacía sentir re teen. Soy re teen, mierda carajo, pero es como si a veces se me olvidara. El pibe era demasiado cool, tenía ese estilo de estudiante de la FADU, habitué del Malba fanático de la moda y del rock del ciclo Nuevo (¿existe aún?), pero estaba bueno igual. El pibe ni me relojeó, pero ningún problema: terminé chapando contra la barra con un chabón absolutamente genial. La pasé bomba.