miércoles, 15 de agosto de 2007

la curiosidad mató al gato..y a tantas otras personas

A veces (muchas veces) peco de indiscreta. No porque hable de más y cuente cosas que no tengo que contar, excepto a mi compañera de blog, pero en mi defensa ella tiene una mirada que me hace desembuchar. Si algo es muy jugoso no me lo puedo guardar, necesito pensarlo, analizarlo, reirme y comentarlo. Y yo pienso en voz alta, incluso cuando estoy sola, me hablo. Volviendo al grano, si alguien empieza a contarme algo o a hacer referencia a un evento necesito saber todo. O me cuentan todo o no me cuentan nada.
Si alguien me dice: acabo de ir al psicólogo, yo tengo que preguntar cosas del psicologo (de qué charlan, qué hacen, cómo es él/ella, cómo es el consultorio, que´consejos da). Si alguien me dice que está interesado en un chico/a tengo que saber cosas de ese tercero (qué tiene que lo hace tan atractivo). Y siempre, siempre necesito preguntar cosas, y algunas son muy indiscretas y (que pueden parecer) de metida. Alguien que no me conoce me puede calificar de entrometida y chusma, pero sólo soy curiosa. Y muchas veces pregunto sin esperar una respuesta, pero no hay nada que me de mas satisfacción que obtener una.

2 comentarios:

r dijo...

Yo soy sincero conmigo mismo y evito el eufemismo "curioso". Igual yo lo justifico con la frase de Halperin Donghi que dice que la virtud del historiador es la chismosidad.

angeles dijo...

¡No! me rehúso a creer que algo tan estupendo como la curiosidad y el afán de chisme puede matar a alguien.


Aunque ahora que lo pienso, si la curiosidad fuera un objeto, seguro no te dejarían llevarlo en el avión.