lunes, 6 de agosto de 2007

de proyectos millonarios y otras yerbas

No solo de pan vive el hombre. Además de otras cosas, también necesita la fantasía, la imaginación, la proyección, la idea de futuro. Un buen ejemplo de esto soy yo, Ángeles, cuando tengo que preparar un examen. Por un par de días olvido el día que corre y no puedo hacer más que pensar en el fin de semana, imaginar todo lo que voy a hacer esos días y ocupar mi tiempo en detalles como en sacar entradas si es que hay que sacarlas o llamar por teléfono, si es que hay hacerlo. No es de ansiosa, es que a veces, preocuparme por el futuro me alivia el yugo del presente.
Luz y yo tenemos una relación muy charlada. Esto es, no paramos nunca de hablar. Eso de "un amigo es con quien puedes (sí, este tipo de mersada se conjuga en tú) estar en silencio y sentirte cómodo" entre nosotras no corre. Digo más: el silencio es siempre un mal síntoma entre nosotras. Por algún motivo siempre hay algo que contar y si una de las dos se sienta y no habla es porque seguro está ocultando algo. Nuestras charlas no tienen un rumbo definido y francamente no sabría enumerar temas recurrentes. Pero hay algo que más de una vez mencionamos con envidia y un matiz de odio en la voz: las ideas geniales y millonarias que tuvieron los otros y no nosotras.
Lo cierto es que cuando tanto Luz como yo tratamos de imaginar nuestro futuro, no se nos aparece más que en la forma de una nebulosa vaga, un vaho denso y oscuro en el cuerpo de un incierto " Licenciada en un área de conocimiento que a nadie le interesa" Es decir, un estudiante de medicina o de psicología podrá soñar con ansias un consultorio propio, pero ¿qué nos queda por soñar a nosotras? Es entonces que elucubrar sirve de bálsamo, solo que en este caso no sirve para curar el peso del presente sino que alivia la incertidumbre del futuro.
Luz y yo tenemos la teoría de que tener un comercio aledaño a una universidad es un emprendimiento millonario. Por supuesto que el proyecto se debe adaptar en parte a las necesidades del estudiante medio de la universidad, y qué comercios se adaptan mejor que una fotocopiadora o un bar. Una fotocopiadora implicaría demasiado trabajo y un contacto excesivo con adolescentes encabronados. Por eso, el bar sería la mejor opción.
Viajando hoy en el 132, Luz y yo empezamos a imaginar nombres de bares circundantes a las distintas facultades de la Universidad de Buenos Aires. A mi parecer, hubo dos ideas particularmente lúcidas.
La primera, un maxikiosco ubicado para servir a los estudiantes de ingeniería de la sede de Paseo Colón llamado "El hormigón". El logo del kiosco sería una hormiga con un brazo superdesarrollado y una carga inmensa. Tal vez un elefante o, porqué no, un mismo bloque de hormigón. La especialidad de la casa sería el superpancho y las salsas gourmet, Ketchup, Mostaza y Mayonesa, todas de marca Hellman's, por supuesto.
La segunda, un bar más bien cool lindante a la facultad de Filosofía y Letras que llevaría el nombre de "Ostraneñe". Huelga aclarar que este bar estaría dirigido especialmente a los estudiantes de Letras o, más bien, a todos los que cursaron Teoría y Análisis. Sería un bar más bien elitista en el que temas de conversación vulgares como el futbol, el clima y la política estarían vedados. En este bar no sería considerado maleducado no sacarse la boina para entrar y no llevar anteojos de marco grueso de carey sería un motivo de sospecha.
Luz y yo consideramos que estas ideas no son solo redituables sino multimillonarias. Estos proyectos son los que van a financiar los lujos de nuestros veranos de mes y medio en los destinos más caprichosos y excéntricos imaginables y los que, sobre todo, llevarán a diario el caviar a la boca de nuestros niños. O no, pero en fin. Soñar es gratis y cualquier cosa puede pasar soñando. Por eso es que cuando los días que corren son pesados o los que van a venir, vaporosos, prefiero distraerme en elucubraciones e imaginar proyectos que no solo nunca voy a concretar sino que en un par de días, cuando esté aburrida y mate el tiempo soñando otra cosa, voy a olvidar.

3 comentarios:

r dijo...

1º: Puede dedicarse a la investigacion , pasando por el paso previo de la adcripcion a una catedra y la posterior ayudantia ad honorem.
2º: No se olvide la estimulante paradoja (perdon el plagio que seguramente reconocera) de un Socrates elegante y en la esquina, y de un Platon derroido. Tambien un Gambito de Alfin que pese a snob sus fotopiadores dan interesante charla. Tampoco olvidar el casi anacronico, acaso ochentoso, nombre de "Duplishow", y narcisista "Manuel", la autodenominada, pretencion de outsider, "la cueva". Y tambien esa metonimia sobre Pedro Goyena que se titula "El Vivero" , donde los titulares de Logica de Filosofia se levantan a sus estudiantes mas bonitas. Perdon, se levantan a sus estudiantes. Ellos no hacen distinciones. Con tal de que tengan 20 años menos todo esta bien.

r dijo...

Y "El Puente" con sus variadas mesas, las mas pequeñas de ellas coloridas y expresionistas.

Yoshimi dijo...

Platón es muy caro y feo y Sócrates es cache.
El único que está bueno es Die brucke, ¿por que esa aversión a llamarlo por su nombre? No obstante, no hay ninguno en el que me sienta a gusto, por eso esa fantasía de crear lugares propios