sábado, 8 de septiembre de 2007

Mi infancia me parece maravillosa. Quiero decir, ni fui una niña especialmente especial ni fue todo particularmente rosa y florido, pero por momentos me cuesta imaginar que alguna vez pueda ser tan feliz como lo fui en esos años.

No tengo casi registro de esos años. Pasé por el jardín y la primaria casi sin dejar marca. Fui la menor de cuatro hermanas, la menor de mayores que, por cierto, fueron particularmente trabajosas. No sé si decir que fue por eso o atribuir el hecho de que mi infancia no esté plagada de fotos y recuerdos al sencillo motivo de haber nacido de padres cansados, tal vez un poco viejos. El punto es que casi no tengo fotos, casi no tengo recuerdos de cortes de pelo o de paseos, ni ropas que me hayan tejido abuelas, ni cartitas por algún cumpleaños ni casi ninguno de esos detalles que huelen a niñez.

Nada de esto me resiente, aclaro. De hecho, yo soy en parte responsable de la desaparición de evidencias: con 10 años, mas o menos, empecé con un vicio que de vez en cuando retomo, que consiste en acumular hasta reventar hasta que un día impía, furiosa, pasada de rosca o lo que sea, lo agarro todo, lo rompo todo, lo tiro todo. Así perdí cosas tan valiosas como cartas que me escribieron mis compañeras en la primaria, muchos cuadernos, algunas fotos, diarios, dibujos, chucherías de niña. Con los años aprendí a discriminar, pero a veces se me acaba la paciencia y lo que va al tacho es todo, porque de lo contrario termino por mitigar la furia y lo que va al tacho es nada.

Hoy una ex compañera del colegio me mandó una foto de un acto del colegio. Estábamos en 5to grado y actuamos Little Women. A mí me toco actuar de Mr. Lawrence, una suerte de viejo a primeras cascarrabias pero que en verdad era bueno y sensiblón. Me reventó un poco ser casi la única que para ese acto no tuviera que salir a alquilar uno de esos trajes de dama antigua, pero la verdad es que era el personaje que más líneas decía y por esos días la gloria se medía en líneas por memorizar.
Siempre me conmueve verme en fotos viejas, más si son fotos que no conozco, fotos de otras cámaras, fotos de otros álbumes que no contaba ver y también me encanta que me cuenten cosas de mi infancia, cualquier tipo de cosa, como que usaba siempre vestidos o que en la primaria pintaba el techo del comedor con ketchup. No sé si es por ego, o por ese amor sin fundamento que siento por mi niñez, pero me encanta que los demás conserven cosas mías, cosas mías de mi Gran Época, de mi Edad de Oro.
Mi memoria es fragmentaria, es un mosaico incompleto, un rompecabezas al que le faltan muchas piezas y de ese mismo modo me percibo hoy en mi infancia y en mi adolescencia y en mi juventud y así mismo me proyecto en varios años. Creo que es sobre todo por eso que necesito del testimonio ajeno, del comentario o la crítica. Necesito saber cómo me miran, qué ven cuando me ven y qué vieron cuando alguna vez me vieron, para dar con las piezas que faltan no solo de mi historia, también de mi presente.

Mi infancia me fascina y me fascina pensarme a mí con menos años, con menos vida. De vez en cuando miro fotos, busco recuerdos, lo que tenga a mano, alguna cosa que haya quedado. Mi infancia está llena de ambiguedades, por eso me intriga. En el fondo no sé si fue realmente maravillosa, pero así prefiero recordarla. Tengo tan poco testimonio, que de algún modo siento que puede ser como yo elija que sea.


4 comentarios:

r dijo...

1) ¡Que colegio mas paquete!

2)"Necesito saber cómo me miran, qué ven cuando me ven y qué vieron cuando alguna vez me vieron": esta necesidad de saber que piensa la gente, muy neurotica.

3)Mi infancia tambien fue feliz, viviendo en Caballito, viajando a Castelar para ir al colegio, comprando libros en El Ateneo (no Yenny en ese entonces), llendo al Parque Rivadabia. Todo termino a los 8/9 años cuando me mude a Castelar. Mi memoria solo vuelve a los 15 años, en 1º Polimodal. Toda la represion.

angeles dijo...

¿Me estás diciendo LOCA?!

Yoshimi dijo...

tengo muy pocos recuerdos de mi infancia. La recuerdo con bastante tristeza. Me da pena esa chiquita callada que sufrió tanto.

r dijo...

Yo nunca use la palabra 'loca'. Ahora, si usted confunde el termino 'neurotica' con locura, es su tema. No es necesario decir que todo ser humano tiene sus neurosis. Es mas, el punto 2 es mi principal obsecion neurotica. Recuerde que uno de los motivos de la pelea entre Jung y Freud fue que el primero se negaba a aceptar sus propias neurosis.