lunes, 10 de septiembre de 2007

la casa de los espíritus

Hace unos meses se murió mi abuela y dejó en su haber una casa que conserva como en formol un arsenal de cosas, un caos inmenso de cosas, algunas exquisitas, hermosas, de colección y otras a las que el término "chatarra" no termina de hacer justicia. La casa en la que mi abuela pasó sus últimos días es la mismacasa en la que nació y creció mi mamá y cada uno de sus ocho hermanos, y la misma en la que hace, digamos, 40 años, murió mi abuelo. Ahora que murió mi abuela, hay que desmantelarla. Eso implica borrar de un plumazo más de 50 años de historia -digamos unos 60 y tal vez un poquito más-, o más bien poner en orden, tasar, pesar, clasificar, cantidad de recuerdos, fragmentos de una -o en realidad varias decenas- historia.
Sumergirse en esos placares es como sumergirse en el pasado, porque si hay algo que hacía de mi abuela una vieja convencional (ella nunca fue una persona convencional) fue su pasión por el pasado, su obstinación en conservar cada pieza de su juventud e infancia, de la de sus antepasado, esposo, hijos, nietos. Cada semana mi mamá viene a casa con alguna bolsa de algo, porque de a poco esa casa se desarma, semana a semana esa historia se reparte entre los 7 que quedan (uno muerto, otro cura en África) y así los fantasmas se liberan, los recuerdos salen a flote, los viejos conflictos, las viejas espinas, las diversiones de antes, la infancia, en fin, la juventud, los días de los primeros hijos y casamientos, todo eso vuelve y hace sonar esas voces que en realidad ni el tiempo ni el empeño pueden callar alguna vez.
Hoy mi mamá trajo una bolsa de recuerdos suyos, papeles que nunca se llevó de su casa de soltera. Entre ellos un diario de cuando tenía 15, lleno de recortes de revista y dibujos de caballos, nombres de caballos, historias de caballos y muchas otras cosas vinculadas a caballos. Siempre me costó creer que mis papás tuvieran una vida privada que me excluyera por completo, una vida anterior a mí en la que ni sabían de mi existencia ni podían imaginarla. Me imagino que todos los hijos debemos de ser un poco así, un poco egocéntricos, como si la vida de los padres debería tener por principio y por fin la existencia de uno.
Entre todas esas cosas mi mamá encontró un montón de cartas de una amiga suya, muy amiga suya, tan fanática de los caballos y del campo como ella, una especie de media naranja con la que estudió en el colegio, viajó y fue a la universidad, que se murió de cancer poco después que muriera mi abuela. Mi mamá leyó las cartas en voz alta, o eso intentó porque francamente María Martha tenía una letra espantosa, pero leía las cartas y se acordaba de todo, reconocía cada elipsis, cada alusión indirecta, como si la carta hubiese sido escrita ayer, o como si mi mamá tuviera 20 y tantos otra vez y esa carta más que reliquia fuera actualidad.
Me impresionó un poco ver a mi mamá leyendo esas cartas y revisando esos papeles, porque lo que vi en realidad fue a mi madre desenpolvando su pasado, reviviendo a sus muertos y pensé en el tiempo, que se lleva todo, no hace falta decirlo, pensé en que nunca más voy a tener la edad que tengo ahora y tal vez en 35 años me toque a mi revisar cajones, despertar fantasmas, visitar muertos.

5 comentarios:

r dijo...

Esperemos que Luz no muera al poco tiempo que muera su madre, sino que la acompañe a desmantelar la casa junto con su hija -que la llamara 'tia'-. Y juntas le contaran a su hija las cartas que no hace falta leer.

Yoshimi dijo...

me emocionó su comentario. Tal vez esté muy sensible.

Anónimo dijo...

Es una rara mezcla de sensaciones. He desmantelado casas y sé lo que se siente. Les recomiendo si tienen tiempo y ganas leer un librito del mejor Paul Auster, se llama "La invención de la soledad", y un poco habla de esto que estás contado, pero también de las relaciones paterno/filiales.

angeles dijo...

Gracias por la recomendación, lo voy a tener en cuenta. Hoy justo fui a una librería CON PLATA ENCIMA y me compré un librito. En realidad algo tenía, pero no tanto. Qué caras están las cosas, che.

Anónimo dijo...

hoy una amiga me contó que está escribiendo un "diario" sobre su separación, para que el día de mañana sus 4 hijos (hoy chiquitos) entiendan ALGO de lo que pasó....
Ta bueno!
Bss
Mixmi