sábado, 14 de julio de 2007

príncipe borbón



Pobre.
Ser una nena tan nena y parecer un príncipe. Imagino a sus amigas peinándo sus pelos largos frente al espejo, imaginándose princesa vestidas de rosa o de amarillo, como soñaba yo.
Pero no.
Nacer con esos bucles, con esa cara tan seria, tan de amargura... tan parecida a un príncipe, a un príncipe varón, borbón. Cada vez que la veía en el patio pensaba en ella vestida con esos pantalones ajustados, tal vez de terciopelo, y esas medias blancas si es que eran medias a la altura de la media canillita, digamos, y esos botines y un chaleco lleno de condecoraciones reales. De fondo una cortina pesada algo teatral, rojo oscuro. Y tal vez un perro, un caniche toy. Un detalle un poco kitsch o tal vez anacrónico, tal vez, no sé, pero como no sé ni de historia ni de cuadros puedo imaginar esa pintura de esa nena nene príncipe hijo de padres primos vestido de terciopelo y con un caniche toy blanco en brazos o a sus pies.